sábado, 28 de junio de 2008

PLUMA LÁPIZ VENENO

pluma lápiz veneno / Carlos Estela





fui convidado a la cena [1] y no asistí por deliberado azar. solo realicé el juicio, la selección, sólo me entregué a la monotonía ignorante. extranjero. algo manipuló mi evasión y sólo puedo saberlo ahora que ha pasado un tiempo provisorio, ahora que observo y conservo la sensación de alejamiento. mi inconsciente optó por la ausencia significativa en el evento al que fui convocado. el automatismo anímico siempre en conjunción con el ruedo de los astros y los cabellos físicos del orden detuvo la flecha: mi mirada no encuentra reflejo. evidentes evaden. mis productos, mi labor, probablemente se asemeje a otra desarrollada por jóvenes, ancianos, travestís, suramericanos, daneses, pero eso me debe tener sin cuidado para evitar la caída.

puede que actitudes, conceptos, estéticas semejantes interactúen a través de brillantes invisibles hilos guiados a su vez por el vendaval de estas horas —un sol que sale para todos—, el ojo del presente, pasado, futuro compartidos con el resto de los hombres, cierta geografía determinante línea ecuatorial, cruz de luces en el reflejo de la noche, todas las víctimas funestas del robo del oro. en verdad el tiempo determina la evolución de los esqueletos, las nuevas habilidades fisiológicas, la tripa gris infinita del cerebro, la resistencia diaria al evento violento del concreto, el miedo a la muerte o al silencio.

reconozco el roce, los lazos, el contacto, también las voces que acoplan en la masa estática de los nervios. pero siento sinceramente que esto no me acredita para hablar de mis semejantes.

puedo convocar tal vez los nombres en mi biblioteca y directorio. comunidad selectiva.

saavedra irigoyen espinoza guillén

i can almost read their minds: l´avant garde aprés tout y en aquel mismo bolsillo, el mito, el sueño y no la somnolencia entumecedora de los alrededores, la rebelión del instante, el flujo, la forma exploratoria —sólo a veces explosiva— que daga con cierta precisión otorgada por el olfato, el compromiso con la vía, la asimilación de generaciones, el sonido latido continuo cercano, cutánea muestra de nuestras conciencias, trozos de seres humanos, mentes, discursos irrecuperables...

en aquellos cuatro encuentro y contemplo particular alterna voz y espectro, los aparejos formales de esta palabra moderna se alejan de la boca barroca americana más por latitud y aislamiento involuntario que por modos de expresión. la extensión en algunos como un río subrepticio lacera los cantos de las piedras y pompas en virtud de la onda, de lo simultáneo semántico, de lo sonoro.

nuestros tropiezos con el mercado, el tramposo transporte, la musa vulgata, el medio sin fines. al calor de la carne sureña que evidencia vísceras, vegetales, andes occidentales, fuego frío sobre las tierras descubiertas, las palabras se cuecen con velocidad y aderezo, se trata de palabras con ojos, lenguas, oídos. palabras como hormigas. comunidad de palabras. unida divorciada palabra.

la experiencia poética tiene representación en el espacio, en el tiempo, es una órbita divina y macabra que construye nuestras vidas, oteador, piel sensible al rayo, película fotográfica, círculos en lagos concéntricos, acción que no cesa, no brinda reposo. necesidad de observar, tocar, escuchar todas las combinaciones posibles e imaginar el resto intangible. queda muy poco tiempo para comunicar. aquellos se inician en la consciencia.



[1] carlos estela fue ponente invitado y ausente