lunes, 7 de julio de 2008

UN APUNTE SOBRE LOS DISCURSOS FEMENINOS

Un apunte sobre los discursos femeninos de la década de los 80 y su repercusión en los 90 / Victoria Guerrero




Todas estas semanas he estado escuchando muchas de las propuestas de mis compañeros y lo disímil de sus exposiciones apuntan (por lo menos en poesía) a señalar que no existe una generación de los 90 entendida como una propuesta coherente entre sus miembros sino que más bien salta a la vista las diferencias entre ellos. Habría entonces que replantear este término debido a la aparición de una cultura que nos bombardea de información todos los días (a esto le solemos llamar el mundo globalizado) y la salida a la luz de muchas culturas que antes sólo se manifestaban en un circuito reducido y no hegemónico.

Entre ellas se encuentra la literatura de género, la que plantea una cultura al margen del discurso falocéntrico e intenta recuperar voces subalternas (sujeto femenino, por ejemplo). Esta literatura se desarrolla a partir de una temática corporal, recupera el cuerpo y darle un nuevo significado es lo que interesa a la literatura de género. Todo ello con un claro fin político, evidentemente.

En el Perú, la literatura escrita por mujeres tuvo un boom en la generación del 80 con la temática erótica y corporal. Se considera como iniciadora de esta corriente a María E. Cornejo, pero su verdadero punto de inflexión - a mi parecer- fue la publicación de Noches de Adrenalina (1981) de Carmen Ollé, quien propuso una temática en la que el yo poético se enfrentaba a su sexualidad como forma de exploración y de reconocimiento de sí mismo, pero a se hace más complejo en la medida que se insertan temas filosóficos que le interesan a la autora.

En los 80 muchas fueron las continuadoras de esta tendencia. Sin embargo, esta temática no tuvo mucha repercusión en las poetas que surgieron a principios de los noventa sino que más bien dejaron de lado este discurso. [1]

Entre las poetas de los 90 de las que tengo más conocimiento podemos nombrar a Roxana Crisólogo (Abajo, sobre el cielo), Ericka Ghersi (Zenobia y el anciano), Monserrat Álvarez (Zona dark). Están otras que tengo que reconocer que o no conozco su obra, [2] o publicaron un solo libro y luego se alejaron del ambiente literario o de la poesía, por decirlo de alguna manera, como Grecia Cáceres, Sonaly Tuesta, Charo León, entre otras. También tenemos a Rosario Rivas, ya con otra propuesta vinculada a la imagen..

Es claro que no existe un proyecto común entre estas escritoras ni una necesidad de abrir un espacio o de seguir un camino ya antes recorrido. Aunque tienen en común, de cierta manera, la exploración del tema urbano y casi todas dejan de lado la temática del cuerpo y sobre todo del cuerpo erótico. Aunque muchas hayan escrito algún poema con ese referente.No tengo una respuesta clara a eso dado que tal vez todavía sea demasiado pronto para responderse algunas cosas.

Sin embargo, hay otro discurso que también me interesa discutir y que tuvo importancia en los 80. Es el discurso ¿feminista? de las militantes de Sendero Luminoso, que tampoco ha sido confrontado por las escritoras de los 90 sino como el anterior, también omitido.

Los 80 fueron una etapa muy violenta que terminó para el discurso de los medios oficiales con la caída de A. Guzmán en 1992. Sin embargo, sabemos que eso no fue así. La guerra nos ha dejado muchas secuelas de las cuales recién hoy podemos siquiera balbucear unas cuantas cosas. En este sentido me interesa discutir el discurso de las militantes senderistas dentro de la organización de sendero y cómo este papel se relacionó siempre con un poder masculino, con una figura paterna encarnada en Guzmán.

Los medios explotaron en esta organización la imagen de sus figuras femeninas caracterizándolas como "las más sanguinarias" por su fama de ser más frías y rudas que sus pares masculinos. Fama que se ha instalado dentro del imaginario popular.

La creación del cuerpo femenino de SL trajo consigo el desarrollo de un nuevo discurso que cuestionaba "lo femenino" (entendido como lo débil) como forma no válida para el logro de sus objetivos militares. Pero al mismo tiempo ponía a la mujer en una posición que tal vez antes no había alcanzado. Un lugar aparentemente igualitario dentro de un grupo político-militar que luchaba por ciertas causas, entre las cuales se incluía la participación activa de la mujer dentro de su organización. Además de ubicarlas dentro de posiciones vinculadas directamente al poder. Es este discurso que contrapone lo femenino y lo militar lo que me invita a pensar cómo se han configurado ciertos sujetos femeninos y cómo han sido sorteados dentro de la poesía escrita por mujeres en el Perú.

En este sentido, me pregunto si la poesía escrita por mujeres en los 90 quiso alejarse concientemente de todo tipo de manifestaciones políticas (también hay que tener en cuenta la represión del gobierno anterior y la salida de muchas de ellas al exterior, Ghersi está en USA, Montserrat Álvarez en Paraguay y Crisólogo en Finlandia) porque tenían que confrontarse con un referente muy agresivo encarnado en un sujeto femenino que la subversión esbozó como un cuerpo que finalmente cumplía ideales masculinos vinculados a los mecanismos del poder. Entonces ni el discurso "feminista" de sendero ni la poética del cuerpo desarrollada por las poetas del 80 se afianzaron en la poesía escrita por mujeres en los 90, sino que más bien se alejó de éstos dos discursos abordando una temática urbana y muchas posteriormente una temática más íntima en la cual no surge un deseo de confrontarse abiertamente con el otro. Todo esto no son más que apuntes, preguntas que me vengo haciendo desde hace algún tiempo para interpelar a un grupo de jóvenes que como yo vivió su niñez y parte de su juventud con la guerra. Y también porque hay una necesidad de confrontar los discursos que se vivieron en aquella época y profundizar en las consecuencias que han podido tener en nosotros y el efecto que pueden tener en los discursos que se debaten hoy.




[1] Lucho Chueca en una conversación con R. Silva, P. De Lima, R. Santivañez, J.A. Mazzotti y V. Guerrero ha planteado una saturación de este discurso a principios de los 90, pero Rocío Silva ha respondido que también esto se debió a una explotación del tema erótico por parte de los medios.

[2] Con lo cual hago un mea culpa, aunque estoy muy segura que entre las que he nombrado ni siquiera se reconocen entre ellas, lo que contribuye a reforzar la idea de que no existe una generación en los términos antes expuestos.